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El 'Vatican Information Service' (VIS) es un boletín informativo de la Oficina de Prensa Santa Sede. Transmite diariamente información sobre la actividad magisterial y pastoral del Santo Padre y de la Curia Romana... []

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martes, 12 de septiembre de 2006

PROCLAMAR EL ROSTRO HUMANO DE DIOS

CIUDAD DEL VATICANO, 12 SEP 2006 (VIS).-Benedicto XVI se trasladó esta mañana desde el seminario mayor de San Wolfgang a la explanada de Islinger Feld en Ratisbona, donde presidió la Santa Misa y pronunció la homilía. El Papa agradeció todos los esfuerzos para que su visita saliera bien y afirmó que se sentía "algo confuso ante tanta bondad" y conmovido al saber que diversas personas y asociaciones habían trabajado para embellecer la casa y el jardín que compartía con sus hermanos antes de su ordenación episcopal.

  "Nos hemos reunido para una fiesta de la fe -dijo el Santo Padre-. (...) Pero ¿en qué creemos y qué significa creer? La visión de la fe abarca cielo y tierra, el pasado, el presente, el futuro y la eternidad y por eso es inagotable. Y sin embargo, su núcleo es muy sencillo. El Señor habla con el Padre diciendo: "Has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y las has revelado a los pequeños".

  "Por su parte, la Iglesia -prosiguió el Papa-, nos ofrece una pequeña "Summa" donde está expresado todo lo esencial: es el llamado "Credo de los apóstoles" (...) y habla de Dios, creador y principio de todas las cosas, de Cristo y la obra de salvación hasta la resurrección de los muertos y la vida eterna".

  "La fe es sencilla -subrayó Benedicto XVI-, creemos en Dios, (...) en ese Dios que entra en relación con los seres humanos y es para nosotros origen y futuro. Así la fe es también esperanza y certeza de que tenemos un futuro y no caeremos en el vacío. Y la fe es amor, porque el amor de Dios quiere contagiarnos. (...) El Credo no es un conjunto de sentencias, no es una teoría. Está anclado en el evento del Bautismo, (...) del encuentro entre Dios y el ser humano. (...) Sí, quien cree no está nunca solo. Dios nos sale al encuentro".

  "Creemos en Dios. Esta es nuestra decisión de fondo", dijo el  Santo Padre, recordando que desde el Iluminismo, parte de la ciencia quiere explicar un mundo "donde Dios sea superfluo (...) e inútil para nuestra vida. Pero cada vez que parece lograrlo, las cuentas no salen".

  "¿Qué hay en el origen? -se preguntó Benedicto XVI-. ¿La razón creadora, el Espíritu que actúa y suscita el desarrollo o la Irracionalidad que, privada de cualquier razón, produce extrañamente un cosmos ordenado matemáticamente? (...) Los cristianos (...) creemos que en el origen está el Verbo eterno, la Razón, no la Irracionalidad. Con esta fe no tenemos necesidad de escondernos, ni temor de encontrarnos en un callejón sin salida".

  "Nosotros creemos en (...) ese Dios que es (...) razón creadora. La segunda parte del Credo nos dice aún más: Esa razón creadora es Bondad. Y Amor. Tiene un rostro. (...) Se nos ha mostrado como ser humano. (...) Hoy cuando conocemos las patologías y las enfermedades mortales de la religión y de la razón, la destrucción de la imagen de Dios a causa del odio y el fanatismo, es importante afirmar con claridad cual es el Dios en que creemos y profesar convencidos este rostro humano de Dios. Solo así nos libramos del miedo de Dios, un sentimiento del que, en definitiva nació el ateísmo moderno. (...) Sólo este Dios nos salva (...) del ansia frente al vacío de la existencia".

  "La segunda parte del Credo concluye -dijo- con la perspectiva del Juicio Final. (...) ¿No es así como se nos inculca de nuevo el miedo? Pero ¿no deseamos todos que un día se haga justicia para los condenados injustamente, (...) para cuantos la muerte ha engullido tras una vida de dolor? ¿No deseamos que el exceso de injusticia y sufrimiento, que vemos en nuestra historia, se disipe al fin, que todos en definitiva sean felices y todo adquiera sentido?".

  "Esta afirmación del derecho, -recalcó el Santo Padre- esta reunión de tantos fragmentos de la historia que parecen carecer de sentido, de modo que se integren en una totalidad donde dominen la verdad y el amor: esto es lo que se entiende con el concepto de Juicio del mundo".

  "La fe no quiere inculcarnos miedo: pretende llamarnos a la responsabilidad. No debemos derrochar nuestra vida, ni vivirla solo para nosotros, no debemos permanecer indiferentes frente a la injusticia, siendo conniventes o incluso cómplices. Debemos percibir nuestra misión en la historia y tratar de cumplirla"

  "Pero cuando la responsabilidad y la preocupación tienden a convertirse en miedo -concluyó el Papa- recordemos las palabras de San Juan: "Aunque el corazón nos reproche algo, Dios es más grande que nuestro corazón y conoce todo".
PV-ALEMANIA/MISA/RATISBONA                VIS 20060912 (770)


PETICION AL SEÑOR PARA QUE ENVIE OBREROS A SU MIES

CIUDAD DEL VATICANO, 11 SEP 2006 (VIS).-A las 16,30, el Papa se trasladó en papamóvil desde el Convento de Santa Magdalena a la basílica de Santa Ana de Altötting, construida entre 1910 y 1912, donde presidió la celebración de las vísperas con religiosos, sacerdotes y seminaristas. Antes, entró en la Iglesia de San Konrad Birndorfer (1818-1894), fraile capuchino, canonizado por  Pío XI en 1934.

  En 1989, el entonces cardenal Ratzinger celebró una misa solemne en esta basílica con motivo del inicio de las celebraciones jubilares por el 500 aniversario de las apariciones de María en Altötting.

  En la homilía, Benedicto XVI invitó a los presentes a interrogarse sobre "nuestra vocación al servicio de Dios" y tratar de "comprenderla bajo la mirada de Santa Ana, en cuya casa maduró la vocación más grande de la historia de la salvación", la de la Virgen María.

  El Papa puso de relieve que "la mies de Dios es mucha y necesita obreros: en el llamado Tercer Mundo -en América Latina, en Africa y en Asia- la gente espera heraldos que lleven el Evangelio de la paz, el mensaje de Dios hecho hombre. Pero también en el llamado Occidente, aquí en Alemania, así como en la inmensa Rusia, es verdad que la mies podría ser mucha. Sin embargo, faltan personas dispuestas a hacerse obreros en la mies de Dios".

  Dirigiéndose al Señor, el Santo Padre exclamó: "¡Mira el mundo y manda obreros! Con esta petición, llamamos a la puerta de Dios; pero el Señor llama a nuestro corazón y hace esta misma petición. Señor, ¿me quieres? ¿No es quizá demasiado grande para mí? ¿No soy quizá demasiado pequeño para esto? "No temas", dijo el ángel a María. "No temas, te he llamado por tu nombre", nos dice a cada uno mediante el profeta Isaías".

  "Sólo quien está "con El" -continuó- aprende a conocerlo y puede anunciarlo realmente. Quien está con El, no se reserva lo que ha encontrado, sino que debe comunicarlo".

  El Papa explicó que para estar con Dios, lo primero y lo más importante para el sacerdote era "la misa cotidiana, celebrada siempre con profunda participación interior".

  Otro modo de estar con Dios, continuó, es "la Liturgia de las Horas, en la que rezamos como hombres necesitados de diálogo con Dios, incluyendo también a todos los que no tienen tiempo y la posibilidad de hacerlo".

  "Un modo esencial de estar con el Señor es la adoración eucarística. (...) En la hostia consagrada está presente El, el verdadero tesoro, siempre a nuestro alcance. Sólo en la adoración aprendemos a recibirlo de modo justo. (...) ¡Amemos estar con el Señor! En el sagrario podemos hablar con El de todo. ¡Podemos exponerle nuestras peticiones, nuestras preocupaciones, nuestras angustias, nuestras alegrías, nuestra gratitud, nuestras desilusiones, nuestras esperanzas! Allí podemos repetirle nuevamente: "¡Señor, manda obreros a tu mies! ¡Ayúdame a ser un buen trabajador de tu viña!".

  Benedicto XVI terminó dirigiéndose a María, que "estuvo con Jesús durante toda su vida y que, por tanto, estaba y sigue estando plenamente a disposición de los seres humanos. Y pensemos en su madre Ana, y con ella en la importancia de las madres y de los padres, de las abuelas y de los abuelos, en la importancia de la familia como ambiente de vida y de oración, donde se aprende a rezar y donde pueden madurar las vocaciones".

  Después de la ceremonia, el Santo Padre se trasladó en automóvil a Marktl am Inn, su ciudad natal, donde visitó la Iglesia parroquial de San Oswald. En ella se encuentra la pila bautismal en la que fue bautizado el mismo día de su nacimiento, el 16 de abril de 1927.

  A continuación, desde el helipuerto de Marktl am Inn se dirigió a Ratisbona y en el seminario mayor de San Wolfgang cenó y pasó la noche.
PV-ALEMANIA/VISPERAS/ALTOTTING            VIS 20060912 (650)


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