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El 'Vatican Information Service' (VIS) es un boletín informativo de la Oficina de Prensa Santa Sede. Transmite diariamente información sobre la actividad magisterial y pastoral del Santo Padre y de la Curia Romana... []

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domingo, 14 de septiembre de 2008

EN LOURDES SE EXPERIMENTA LA CERCANIA ENTRE CIELO Y TIERRA


CIUDAD DEL VATICANO, 13 SEP 2008 (VIS).-Después de dejar la nunciatura apostólica de París, el Papa se dirigió a las 16,00 al aeropuerto de París-Orly, donde tomó el avión rumbo a Tarbes. Desde allí se desplazó en helicóptero a Lourdes.

  El Papa hizo desde el papamóvil las dos primeras etapas del "Camino del Jubileo", que es el recorrido que el peregrino está invitado a realizar en Lourdes con motivo del 150 aniversario de las apariciones de la Virgen. En cada una de las etapas, el Santo Padre pronunció la oración prevista.

  El Camino sigue cuatro lugares relacionados con la vida de Bernadette: La fuente bautismal donde fue bautizada: el "Cachot" donde vivió con la familia; la Gruta de Massabielle, lugar de las apariciones de la Virgen, que constituye el corazón del santuario mariano y la capilla en la que recibió la Primera Comunión. Al llegar a la Gruta (tercera etapa), un niño entregó al Papa un vaso de agua de la fuente. Posteriormente, el Santo Padre encendió un cirio del gran candelabro y se recogió en silencio antes de leer la oración de esta etapa del Jubileo. A continuación se trasladó al Ermitage St. Joseph, donde cenó.

  A las 21,15 Benedicto XVI se dirigió a la Basílica y desde la terraza inferior siguió la parte final de la procesión "aux flambeaux" (con antorchas), que partiendo de la Gruta de las Apariciones concluyó delante de la Basílica.

  El Papa comenzó su discurso recordando que "hace ciento cincuenta años, el 11 de febrero de 1858, en el lugar llamado la gruta de Massabielle, apartada del pueblo, una simple muchacha de Lourdes, Bernadette Soubirous, vio una luz y, en la luz, una mujer joven "hermosa, la más hermosa". (…) En la conversación, en el diálogo impregnado de delicadeza, la Señora le encarga transmitir algunos mensajes muy simples sobre la oración, la penitencia y la conversión".

  "Lourdes -dijo- es uno de los lugares que Dios ha elegido para reflejar un destello especial de su belleza, por ello la importancia aquí del símbolo de la luz. (…) Ante la gruta, día y noche, verano e invierno, una zarza ardiente brilla rodeada de las oraciones de los peregrinos y enfermos, que expresan sus preocupaciones y necesidades, pero sobre todo su fe y su esperanza".

  Benedicto XVI señaló que "al venir en peregrinación aquí, a Lourdes, queremos entrar, siguiendo a Bernadette, en esta extraordinaria cercanía entre el cielo y la tierra que nunca ha faltado y que se consolida sin cesar. (…) Durante las apariciones, Bernadette reza el Rosario bajo la mirada de María, que se une a ella en el momento de la doxología. Este hecho confirma en realidad el carácter profundamente teocéntrico de la oración del Rosario. Cuando rezamos el Rosario, María nos ofrece su corazón y su mirada para contemplar la vida de su Hijo, Jesucristo".

  Tras recordar que Juan Pablo II vino a Lourdes en dos ocasiones y que "promovió vivamente la oración del Rosario", el Papa afirmó que enriqueció esta oración mariana "con la meditación de los Misterios Luminosos".

  "La procesión de las antorchas hace presente ante nuestros ojos de carne el misterio de la oración: en la comunión de la Iglesia, que une a los elegidos del cielo y a los peregrinos de la tierra, la luz brota del diálogo entre el hombre y su Señor, y se abre un camino luminoso en la historia humana, incluidos  sus momentos más oscuros".

  El Santo Padre subrayó que "esta procesión es un momento de gran alegría eclesial, pero también de gravedad: las intenciones que presentamos subrayan nuestra profunda comunión con todos los que sufren. Pensamos en las víctimas inocentes que padecen la violencia, la guerra, el terrorismo, la penuria, o que sufren las consecuencias de la injusticia, de las plagas, de las calamidades, del odio y de la opresión, de la violación de su dignidad humana y de sus derechos fundamentales, de su libertad de actuar y de pensar. Pensamos también en quienes tienen problemas familiares o en quienes sufren por el desempleo, la enfermedad, la discapacidad, la soledad o por su situación de inmigrantes. No quiero olvidar a los que sufren a causa del nombre de Cristo y que mueren por Él".

  "María -aseguró- nos enseña a orar, a hacer de nuestra plegaria un acto de amor a Dios y de caridad fraterna. Al orar con María, nuestro corazón acoge a los que sufren. (…) Lourdes es un lugar de luz, porque es un lugar de comunión, esperanza y conversión". Por contraste, añadió, "el pecado nos hace ciegos, nos impide proponernos como guía para nuestros hermanos, y nos lleva a desconfiar de ellos para dejarnos guiar. Necesitamos ser iluminados".

  "En este santuario de Lourdes al que vuelven sus ojos los cristianos de todo el mundo desde que la Virgen María hizo brillar la esperanza y el amor al dar el primer puesto a los enfermos, los pobres y los pequeños, se nos invita a descubrir la sencillez de nuestra vocación: Basta con amar".

  El Papa concluyó haciendo hincapié en las muchas personas que "vienen aquí para ver, esperando quizá secretamente recibir alguna gracia" y que al regresar, "habiendo hecho una experiencia espiritual de vida auténticamente eclesial, vuelven su mirada a Dios, a los otros y a sí mismos. Les llena una pequeña llama con el nombre de esperanza, compasión, ternura. El encuentro discreto con Bernadette y la Virgen María puede cambiar una vida, pues están presentes en este lugar de Massabielle para llevarnos a Cristo que es nuestra vida, nuestra fuerza y nuestra luz".
PV-FRANCIA/PROCESION ANTORCHAS/LOURDES            VIS 20080914 (900)


EL MENSAJE DE MARIA ES UN MENSAJE DE ESPERANZA

CIUDAD DEL VATICANO, 14 SEP 2008 (VIS).-Esta mañana a las 10,00, después de saludar en papamóvil a los más de 100.000 fieles que llenaban la Pradera del santuario de Lourdes, Benedicto XVI celebró la Santa Misa para conmemorar el 150 aniversario de las apariciones de la Virgen María a Bernadette.

  "En este día en el que la liturgia de la Iglesia celebra la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz -dijo el Papa- el Evangelio que acabamos de escuchar nos recuerda el significado de este gran misterio. (...) El Hijo de Dios se hizo vulnerable, tomando la condición de siervo, obediente hasta la muerte y una muerte de cruz. Por su Cruz hemos sido salvados".

 "El instrumento de suplicio que mostró, el Viernes Santo, el juicio de Dios sobre el mundo, se ha transformado en fuente de vida, de perdón, de misericordia, signo de reconciliación y de paz. (...) La Iglesia nos invita (...) a dar gracias a Dios porque de un árbol portador de muerte, ha surgido de nuevo la vida".

  "Es significativo -observó-, que en la primera aparición a Bernadette, María comience su encuentro con la señal de la Cruz, (...) una iniciación a los misterios de la fe. La señal de la Cruz es de alguna forma el compendio de nuestra fe, (...) nos dice que, en el mundo, hay un amor más fuerte que la muerte. (...).El poder del amor es más fuerte que el mal que nos amenaza. Este misterio de la universalidad del amor de Dios por los hombres, es el que María reveló aquí, en Lourdes".

  "La Iglesia ha recibido la misión de mostrar a todos el rostro amoroso de Dios, manifestado en Jesucristo. (...) Él nos hará libres para amar como Él nos ama y para construir un mundo reconciliado. Porque, con esta Cruz, Jesús cargó el peso de todos los sufrimientos e injusticias de nuestra humanidad. Él ha cargado las humillaciones y discriminaciones, las torturas sufridas en numerosas regiones del mundo por muchos hermanos y hermanas nuestros por amor a Cristo".

  La celebración del jubileo de las apariciones de Nuestra Señora en Lourdes, señaló el Papa, "nos ha permitido entrar en una senda de fe y conversión. Hoy, María sale a nuestro encuentro para indicarnos los caminos de la renovación de la vida de nuestras comunidades y de cada uno de nosotros".

  "Jesús, nacido de María, es el Hijo de Dios, el único Salvador de todos los hombres, vivo y operante en su Iglesia y en el mundo. La Iglesia ha sido enviada a todo el mundo para proclamar este único mensaje e invitar a los hombres a acogerlo mediante una conversión auténtica del corazón. Esta misión, que fue confiada por Jesús a sus discípulos, recibe aquí, con ocasión de este jubileo, un nuevo impulso".

  El recorrido jubilar tras las huellas de Bernadette recuerda "lo esencial del mensaje de Lourdes. Bernadette era la primogénita de una familia muy pobre, sin sabiduría ni poder, de salud frágil. María la eligió para transmitir su mensaje de conversión, de oración y penitencia, en total sintonía con la palabra de Jesús: "Porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla". Es, pues, una auténtica catequesis la que también a nosotros se nos propone, bajo la mirada de María".

  Cuando la "Hermosa Señora" revela su nombre a Bernadette: "Yo soy la Inmaculada Concepción", (...) le desvela (...) la gracia extraordinaria que Ella recibió de Dios. (...) María es la mujer de nuestra tierra que se entregó por completo a Dios y que recibió de Él el privilegio de dar la vida humana a su eterno Hijo".

  "Ella es (...) la imagen de la nueva humanidad. De esta forma, al presentarse en una dependencia total de Dios, María expresa en realidad una actitud de plena libertad, cimentada en el completo reconocimiento de su genuina dignidad".

  "Este privilegio nos concierne también a nosotros, porque nos desvela nuestra propia dignidad de hombres y mujeres, marcados ciertamente por el pecado, pero salvados en la esperanza, una esperanza que nos permite afrontar nuestra vida cotidiana".

  "La vocación primera del santuario de Lourdes es ser un lugar de encuentro con Dios en la oración, y un lugar de servicio fraterno, especialmente por la acogida a los enfermos, a los pobres y a todos los que sufren. (...) María sale a nuestro encuentro como la Madre. (...) Mediante la luz que brota de su rostro, se trasparenta la misericordia de Dios. (...) María nos recuerda aquí que la oración (...) debe tener un puesto central en nuestra vida cristiana, (...) es indispensable para acoger la fuerza de Cristo".

  El Santo Padre subrayó que "la presencia de los jóvenes en Lourdes es también una realidad importante. (...) Cuando María recibió la visita del ángel, era una jovencita en Nazaret, que llevaba la vida sencilla y animosa de las mujeres de su pueblo. Y si la mirada de Dios se posó especialmente en Ella, fiándose, María quiere deciros también que nadie es indiferente para Dios. (...) No dejéis que las dificultades os descorazonen. María (...) conocía cuánta era su debilidad ante la omnipotencia de Dios. Sin embargo, dijo "sí" sin vacilar. Y gracias a su sí, la salvación entró en el mundo, cambiando así la historia de la humanidad".

  "¡El mensaje de María es un mensaje de esperanza para todos los hombres y para todas las mujeres de nuestro tiempo, sean del país que sean!", exclamó el pontífice. "Me gusta invocar a María como "Estrella de la esperanza" (...) que nos ilumina y nos orienta en nuestro caminar. Por su sí, por el don generoso de sí misma, Ella abrió a Dios las puertas de nuestro mundo y nuestra historia. Nos invita a vivir (...) en una esperanza inquebrantable, rechazando escuchar a los que pretenden que nos encerremos en el fatalismo".
PV-FRANCIA/MISA/LOURDES                    VIS 20080914 (970)


MARIA, CERCANA A NUESTROS CORAZONES

CIUDAD DEL VATICANO, 14 SEP 2008 (VIS).-Finalizada la celebración eucarística, después de la cual las campanas del santuario tocaron a fiesta, el Papa rezó el Angelus.

  Benedicto XVI recordó que cada día, gracias a esa oración, "cuando las primeras horas del día comienzan a hacer sentir el peso de la fatiga, nuestra disponibilidad y generosidad se renuevan gracias a la contemplación del "sí (...) limpio y sin reservas de María".

  "Mientras que el pecado divide, nos separa a unos de otros -continuó-, la pureza de María la hace infinitamente cercana a nuestros corazones, atenta a cada uno de nosotros y deseosa de nuestro verdadero bien. Estáis viendo, aquí, en Lourdes, como en todos los santuarios marianos, que multitudes inmensas llegan a los pies de María para confiarle lo que cada uno tiene de más íntimo, lo que lleva especialmente en su corazón".

  "María nos muestra -explicó el Papa- (...) la manera adecuada de acercarnos al Señor (...) con sinceridad y sencillez. Gracias a Ella, descubrimos que la fe cristiana no es un fardo, sino que es como una ala que nos permite volar más alto para refugiarnos en los brazos de Dios".

  "Aquí, muy cerca de la gruta, y en comunión especial con todos los peregrinos presentes en los santuarios marianos y con todos los enfermos de cuerpo o alma que buscan consuelo, bendecimos al Señor por la presencia de María en medio de su pueblo y a Ella dirigimos con fe nuestra oración:

  "Santa María, tú que te apareciste aquí, hace ciento cincuenta años, a la joven Bernadette, "tú eres la verdadera fuente de esperanza". Como peregrinos confiados, llegados de todos los lugares, venimos una vez más a sacar de tu Inmaculado Corazón fe y consuelo, gozo y amor, seguridad y paz. "Monstra Te esse Matrem". Muéstrate como una Madre para todos, oh María. Danos a Cristo, esperanza del mundo".

  Después de rezar el Ángelus, el Santo Padre se trasladó al Ermitage St.Joseph, donde almorzó con los obispos de la región Midi-Pirineos y con los cardenales y obispos del séquito
PV-FRANCIA/ANGELUS/LOURDES                   VIS 20080914 (340)


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