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El 'Vatican Information Service' (VIS) es un boletín informativo de la Oficina de Prensa Santa Sede. Transmite diariamente información sobre la actividad magisterial y pastoral del Santo Padre y de la Curia Romana... []

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miércoles, 26 de enero de 2011

VENCER LA TENTACIÓN DEL PESIMISMO ANTE EL OBJETIVO DE LA PLENA UNIDAD

CIUDAD DEL VATICANO, 26 ENE 2011 (VIS).-Ayer por la tarde, el Papa presidió en la Basílica romana de San Pablo Extramuros, la celebración de las vísperas con ocasión de la clausura de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.

Al inicio de la homilía, el Santo Padre recordó que este año, “el tema ofrecido a nuestra meditación ha sido propuesto por las comunidades cristianas de Jerusalén. (…) Los cristianos de la Ciudad Santa nos invitan a renovar y reforzar nuestro compromiso por el restablecimiento de la unidad plena, meditando sobre el modelo de vida de los primeros discípulos de Cristo reunidos en Jerusalén: “Estos -leemos en los Hechos de los Apóstoles- se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones”.

“La enseñanza de los Apóstoles, la comunión fraterna, el partir el pan y la oración –dijo- son las formas concretas de vida de la primera comunidad cristiana de Jerusalén reunida por la acción del Espíritu Santo, pero al mismo tiempo constituyen los rasgos esenciales de todas las comunidades cristianas, de todo tiempo y de todo lugar. En otras palabras, podríamos decir que representan también las dimensiones fundamentales de la unidad del Cuerpo visible de la Iglesia”.

Benedicto XVI subrayó que “a lo largo de las últimas décadas, el movimiento ecuménico, “surgido por el impulso de la gracia del Espíritu Santo”, ha dado pasos significativos”, sin embargo, “sabemos bien que estamos aún lejos de esa unidad por la que Cristo rezó. (…) La unidad a la que Cristo, mediante su Espíritu, llama a la Iglesia, no se lleva a cabo sólo en el plano de las estructuras organizativas, sino que se configura, en un nivel mucho más profundo, como unidad expresada “en la confesión de una sola fe, en la celebración común del culto divino y en la concordia fraterna de la familia de Dios”.

“La búsqueda del restablecimiento de la unidad entre los cristianos divididos –continuó- no puede reducirse por tanto a un reconocimiento de las diferencias recíprocas y a la consecución de una convivencia pacífica: lo que anhelamos es esa unidad por la que Cristo mismo rezó y que por su naturaleza se manifiesta en la comunión de la fe, de los sacramentos, del ministerio. El camino hacia esta unidad debe ser advertido como un imperativo moral, respuesta a una llamada precisa del Señor. Por eso, es necesario vencer la tentación de la resignación y del pesimismo, que es falta de confianza en el poder del Espíritu Santo”.

El Papa puso de relieve que “nuestro deber es proseguir con pasión el camino hacia esta meta con un diálogo serio y riguroso para profundizar en el común patrimonio teológico, litúrgico y espiritual; con el conocimiento recíproco; con la formación ecuménica de las nuevas generaciones y, sobre todo, con la conversión del corazón y con la oración”.

Refiriéndose a la fiesta de hoy, la Conversión de San Pablo, recordó que “en sus largos viajes misioneros, el Apóstol, peregrinando por ciudades y regiones diversas, nunca olvidó el vínculo de comunión con la Iglesia de Jerusalén. La colecta en favor de los cristianos de esa comunidad (…) ocupó un lugar importante en las preocupaciones de Pablo, que la consideraba no sólo una obra de caridad, sino el signo y la garantía de la unidad y de la comunión entre las Iglesias fundadas por él y la primitiva comunidad de la Ciudad Santa, como signo de la única Iglesia de Cristo”.

Al final, el Santo Padre saludó de modo especial a “los hermanos y hermanas de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales” presentes en la ceremonia, entre ellos, “a los miembros de la Comisión Mixta Internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y las Antiguas Iglesias Orientales, cuya reunión tendrá lugar aquí en Roma en los próximos días. Confiamos al Señor el buen desarrollo de este encuentro, para que pueda representar un paso adelante hacia la tan deseada unidad”. También saludo en particular a los representantes de la Iglesia Evangélica Luterana Alemana, “venidos a Roma con el Obispo de la Iglesia de Baviera”.
HML/ VIS 20110126 (680)

JUANA DE ARCO: LLEVAR LUZ DEL EVANGELIO A LA HISTORIA

CIUDAD DEL VATICANO, 26 ENE 2011 (VIS).-La catequesis de la audiencia general, celebrada en el Aula Pablo VI y a la que asistieron 3.000 personas, estuvo dedicada este miércoles a la figura de Santa Juana de Arco (1412-1431), una de “las mujeres fuertes que al final de la Edad Media, llevaron sin miedo la gran luz del Evangelio en las complejas peripecias de la historia”

El Papa explicó que la vida de Juana, hija de campesinos acomodados, se enmarca en el conflicto bélico que se conoce como la Guerra de los Cien Años, entre Francia e Inglaterra. Muy joven, a los 13 años, Juana sintió a través de la “voz” de San Miguel Arcángel “la llamada del Señor a intensificar su vida cristiana, y también a comprometerse en primera persona por la liberación de su pueblo”.

Juana hace voto de virginidad y redobla sus oraciones, participando con un nuevo empeño en la vida sacramental. “La compasión y el compromiso de la joven campesina francesa ante los sufrimientos de su pueblo -dijo el pontífice- son todavía más intensos gracias a su relación mística con Dios. Uno de los aspectos más originales de la santidad de esta joven es este lazo entre experiencia mística y pasión política.

Al principio de 1429 Juana comienza su acción y superando todos los obstáculos encuentra al delfín de Francia, el futuro rey Carlos VII, que en Poitiers la somete a un examen por parte de algunos teólogos de Universidad que “expresan un juicio positivo; en ella no hay nada malo, es una buena cristiana”.

El 22 de marzo de ese mismo año Juana dicta una carta al Rey de Inglaterra y a sus hombres que asedian la ciudad de Orleáns. “Su propuesta es de verdadera paz en la justicia entre dos pueblos cristianos, invocando los nombres de Jesús y María”, observó el Santo Padre. Pero la rechazan y Juana debe luchar por la liberación de la ciudad. Otro momento culminante de su empresa es la coronación del Rey Carlos en Reims, el 17 de julio de 1429.

La pasión de Juana comienza el 23 de mayo de 1430 cuando cae prisionera de sus enemigos en Compiegne y es conducida a la ciudad de Rouen, donde tendrá lugar su largo y dramático proceso que concluye con la condena a muerte el 30 de mayo de 1431.

Presiden el proceso dos grandes jueces eclesiásticos, el obispo Pierre Cauchon y el inquisidor Jean le Maistre, pero en realidad lo conducen un grupo de teólogos de la universidad de Paris, “eclesiásticos franceses que pertenecen al grupo político opuesto al de Juana y tienen a priori -dijo el Santo Padre- un juicio negativo sobre su persona y su misión. Este proceso es una página terrible en la historia de la santidad y también una pagina que ilumina el misterio de la Iglesia, que (…) al mismo tiempo es siempre santa y siempre necesitada de purificación”.

“A diferencia de los santos teólogos que habían iluminado la Universidad de París, como Buenaventura, Tomás de Aquino o Duns Escoto, (...) estos jueces son teólogos que carecen de caridad y humildad para ver en esta joven la acción de Dios” y no ven “que los misterios de Dios son revelados en el corazón de los pequeños mientras permanecen ocultos a los sabios y doctos. (...) Los jueces de Juana son radicalmente incapaces de comprenderla, de ver la belleza de su alma”.

Juana muere en la hoguera el 30 de mayo de 1431, con un crucifijo en las manos e invocando el nombre de Jesús. Veinticinco años después, el Proceso de Anulación abierto por Calixto III “concluye con una sentencia solemne que declara nula la condena y (...) resalta la inocencia de Juana y su perfecta fidelidad a la Iglesia. Juana de Arco será canonizada en 1920 por Benedicto XV”.

“El Nombre de Jesús que la Santa invocó hasta en los últimos instantes de su vida terrenal era como el continuo respiro de su alma (...) el centro de su vida. Esta Santa había entendido que el Amor abraza toda la realidad de Dios y del ser humano, del cielo y de la tierra, de la Iglesia y del mundo. (...) La liberación de su pueblo es una obra de justicia humana que cumple en caridad, por amor de Jesús. El suyo es un hermoso ejemplo de santidad para los laicos comprometidos en la vida política, sobre todo en las situaciones más difíciles”.

“En Jesús Juana contempla también toda la Iglesia, la Iglesia triunfante del cielo, como la Iglesia militante en la tierra. Según sus palabras, “es todo uno Nuestro Señor y la Iglesia”. Esta afirmación tiene un carácter realmente heroico en el contexto del proceso de condena, frente a sus jueces, hombres de iglesia que la persiguieron y condenaron”.

“Con su luminoso testimonio -concluyó Benedicto XVI- Juana nos invita a una medida alta de la vida cristiana: hacer de la oración el hilo conductor de nuestras jornadas; tener plena confianza en cumplir la voluntad de Dios, cualquiera que sea, vivir la caridad sin favoritismos, sin limites y sacar fuerzas del amor a Jesús para amar profundamente a su Iglesia”.
AG/ VIS 20110126 (800)

OTROS ACTOS PONTIFICIOS

CIUDAD DEL VATICANO, 26 ENE 2011 (VIS).-El Santo Padre aceptó la renuncia del obispo Assis Lopes al cargo de auxiliar de la archidiócesis de São Sebastião do Rio de Janeiro (Brasil), por límite de edad.
RE/ VIS 20110126 (30)
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